martes, 9 de agosto de 2011

En qué quedamos?

Hace pocos días el BCE tomó la decisión de comprar deuda tanto española como italiana para tranquilizar los mercados, relajar las primas de riesgo y dar cierta holgura a estas economías. Para el caso de España esta relajación supuso una caída libre desde los terroríficos 400 puntos básicos hasta los apacibles 270. Pero esto no supone más que un paliativo temporal ya que, desde octubre del 2010 el BCE se ha visto obligado a subir los tipos de interés para cumplir con los objetivos de control de la inflación y la estabilidad de precios.

Dicha compra de bonos supone una contradicción para alcanzar esta estabilidad de precios, pues si para ello es necesario que el BCE retire dinero de las economías de forma paulatina, la compra de bonos implica la inyección directa de dinero, y por tanto, inflación y descontrol de precios. Lo cual hace plantearse si el BCE está actuando bajo un verdadero plan que garantice la consecución de una serie de objetivos perfectamente determinados o simplemente se dedica a parchear, mediante la política monetaria, a las economías más sufridas como buenamente puede?

Al leer esta noticia uno no puede evitar recordar que hace aproximadamente medio año, fue comentado por muchos expertos que la decisión de subir los tipos de interés en aras de controlar la inflación (en octubre de 2010 próxima al 1,5%) por parte del BCE era demasiado precipitada y solo beneficiaría a algunos países, en especial a Alemania y Francia, y que otras economías de crecimiento más lento y demasiado recalentadas verían esfumarse muchas de sus posibilidades de reactivación. Lo que les llevo a algunos países a forzar las emisiones de deuda y obligaciones hasta límites extremos que implicarían rescates, o en el mejor de los casos, a perder la calificación de AAA en algunos tipos de deuda.